
Creo firmemente que la puesta en marcha de un proyecto cinematográfico requiere de grandes dosis de perseverancia, constancia, trabajo y voluntad. En ocasiones se necesitan años y variadas luchas para sacar adelante una película, para reunir el presupuesto necesario que nos permita contar una historia que nos impulsa, que nos motiva. El trabajo realizado durante las fases de preproducción, rodaje y postproducción es duro y fatigoso, tanto física como mentalmente. En este sentido admiro a quien luche por llevar a la pantalla su creación y creo que una crítica puede borrar de un plumazo todo ese trabajo; una crítica que se escribe en unos 15 minutos desde la comodidad de un salón o una oficina. Por esto voy a procurar no ser hiriente con "Verbo", aunque presumo que mi capacidad de influencia desde este modesto blog es más bien nimia. "Verbo" no es una buena película. Es lo que se diría una película "fallida". Uno puede vislumbrar las buenas e interesantes intenciones del director Eduardo Chapero-Jackson, pero estas quedan emborronadas por lo tosco de su puesta en escena. (Y aquí entramos en otro debate interesante, lo dificil que es convertir la película que uno tiene en su cabeza en la película real) "Verbo" pretende ser una especie de fantasía urbana revestida de manual de autoayuda para jóvenes confusos, aderezada con elementos de la cultura urbana como el hip-hop o el grafitti. La película contiene ideas interesantes y resulta muy meritoria por la originalidad de su propuesta, tan alejada de la media del cine español, pero es tosca y poco creíble. No entendemos las motivaciones de los personajes y uno asiste entre perplejo y curioso a lo que estamos viendo. Algunos personajes tienen toda la pinta de haberse quedado en la sala de montaje (Macarena Gómez y Adam Jeziersky) y las metáforas resultan poco sutiles. Alguna escena (la brillante batalla entre el lado luminoso y el oscuro de Sara) salva la película del desastre total, pero eso no evita la sensación de fracaso, aunque probablemente estemos hablando de un fracaso lleno de valentía...Lo mejor que se puede decir de "Verbo" es que es una película diferente, lo que no siempre es suficiente para ser una buena película.































¿Qué es "normal" y qué no lo es? ¿Dónde están los límites entre la cordura y la locura? ¿Quién pone esos límites? Probablemente no hay respuestas rotundas, pero si las hay, están "En el círculo", estimulante proyecto de Producciones Itinerantes, escrito y dirigido por Roi Guitián y que aborda la grabación de un cortometraje de ficción por parte de usuarios de un centro psiquiátrico. Este documental todavía está en fase de postproducción, pero de momento os recomiendo que le echéis un vistazo al trailer y a la página web:
Comenzaré diciendo que nunca he sido gran fan de M. Night Shyamalan, ninguna de sus películas me ha parecido gran cosa, no encuentro ni por asomo la vena poética de la que algunos hablan y tampoco comparto las -sonrojantes- comparaciones con maestros del suspense a los que ni siquiera citaré para que no se me revuelvan en sus tumbas...Tal vez se salve de la quema "El bosque", a la que si ví cierto lirismo y trascendencia y que cuenta con la maravillosa Bryce Dallas Howard entre sus grandes aciertos. De otras películas mejor ni hablamos porque este Señor hindú bordea contínuamente el ridículo cuando no se zambulle de lleno en él, como en "La joven del agua" o "El incidente". Pero bueno, la idea de apadrinar a directores nóveles del género fantástico en una colección llamada "The night chronicles" no me parece mala del todo, como fan del género que soy. Tiene un cierto ároma a seriales como "Cuentos asombrosos" o "En los límites de la realidad", muy de agradecer en tiempos de megablockbusters sin alma. Y es que "La trampa del mal" es eso, una peliculita pequeña con una premisa medianamente sugerente (5 personas encerradas en un ascensor una de las cuales resulta ser el mismísimo Diablo), bien filmada, con pocas pretensiones y discretos resultados. En ningún momento sorprende (salvo los maravillosos títulos de crédito y la interesante música) pero tampoco molesta. Se ve como una sesión de tarde con aroma de serie B, se consume con facilidad y se olvida pronto. Y es que aunque Shyamalan se vista de seda... 




