CRÍTICA DE CINE FANTASMAGÓRICA...

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jueves, 10 de febrero de 2011

"127 HORAS": NO CUELA...

Seamos honestos, Danny Boyle vendió su alma al diablo (hollywoodiense) hace años. Tras hacer dos películas oscuras, reales y magníficas como "Tumba abierta" y "Trainspotting", el Señor Dinero llamó a su puerta y empezó a hacer bodrios como "Una historia diferente", "La playa", "Sunshine" o "Slumdog millionaire". Si, si, habéis oido bien, "Slumdog millionaire" es un bodrio de tomo y lomo. Pero claro, el Señor Oscar también llamó a la puerta y es muy tentador invitarle a pasar. Para ello solo hace falta filmar películas con un trasfondo dramático pero con una historia de superación (historias "bigger than life", que le llaman) y por supuesto con final feliz. Esto pone especialmente cachondos a los académicos. Añádase una banda sonora pegadiza, un montaje acelerado y un olfato importante para situar sus películas en escenarios multiculturales y el éxito está asegurado. Un amplio sector del público creerá estar viendo algo con mensaje pero a la vez entretenido, trascendente y "buenrollista", algo así como un anuncio de "Benetton" en celuloide, que simula "epatar" pero que lo único que quiere en realidad es vender.
Y es que Boyle se ha convertido en paradigma del cine publicitario, es decir, aquel visualmente brillante pero absolutamente vacío de contenido. Como un anuncio de "Aquarius" pero de dos horas, para que nos entendamos. Y la película que nos ocupa, queridos amigos, no tiene nada especialmente reseñable, salvo unos maravillosos paisajes de cañones y una esforzada interpretación de James Franco. Aparte de eso, la historia de un tipo más bien plano que se queda atrapado con una roca y se bebe su meado y le habla a su cámara. Comparado con la magnífica "Buried"(con la que comparte un único actor en un único escenario), "127 horas" tiene más trampas que una cita a solas con Carmen de Mairena...Flashbacks, ensoñaciones, planos "around the world" (por algún motivo salen planos de partidos de baloncesto, de maratones...) En resumen, mil maneras de encubrir que no tiene absolutamente nada que contar, aunque parezca lo contrario. A los académicos les colará, a mi, no.

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